IX

Cruzó el estacionamiento y entró a sacristía. Saludó a Mara y su hermana, dos viejitas que en la semana preparaban las misas. Le preguntaron si le parecía bien tal canto.
- El que ustedes quieran- respondió mientras se revestía.
Fueron hacia el templo y se quedó solo. Miró una cruz y sonrió.
- Amigo. La estás cuidando, no?
Hizo reverencia, encendió dos luces del templo, escuchó que empezaban a cantar y entró al templo.

Hizo reverencia, se sacó la estola, la besó y la colgó. Mientras se sacaba el otro coso tocaron la puerta. Era Soledad.
- Hola Juan, qué hacés ahora?
- Disfrutar de la soledad?
- Qué forro, nene, porque íbamos a ir con los chicos al Mariachi a comer algo, querés venir?
- Está bien.
- Ah, y podés contestar los mensajitos cuando quieras
- Qué mensajitos? los que son para otro? hacer de secretario y encima gastar crédito? Ni en pedo, no es negocio.
- Jaja, que boludo!
- Podés dejar de insultar que hay damas presentes? chau Mara, nos vemos.
- Chau, Juan, nos vemos si Dios quiere.
- Vayan yendo, yo voy en un ratito.
- No vas a venir.
- Por ahí no, pero lo más posible es que sí.
- Estás bien?- Sí

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