VI

Pasó por la secretaría, esperando que no hubiese ninguna novedad.
- Vasca, la vida te sonríe?
- Sí, y a ti? Como te va?
- Mejor daría asco.
- Qué bueno! Me firmas estos certificados de bautismo? Son de la Paz.
Firmó y cuando se estaba yendo para el fondo aparecieron dos mujeres. Una muy alta, canosa, con ojos claros y rasgos alemanes, la otra morocha, de ojos oscuros, de estatura normal.
- Hola, podemos hablar con el padre?
- Pasen por acá.
El celular se volvió a mover “Te llegó el anterior? Sole”
- Usted es el padre?
- Sí- lejos de ofenderlo, lo enorgullecía no parecer.
- Mi mamá y yo…- las miró disimuladamente. No parecían madre e hija. El relato continuó con lágrimas de ambas y un sinfín de dramas a los que estaba totalmente insensibilizado hasta que dijo – hace dos días que no comemos, vinimos caminando desde la San Martín, tardamos un montón porque a mi mamá le cuesta mucho caminar…- siguió hablando todavía un poco.
Cuando se produjo un silencio suficiente les dijo que les iba a dar algo de mercadería y que tenían que volver el martes a contarles su situación a las mujeres de cáritas para que les den una ayuda más estable. Le pidió la llave a la vasca- que alguien que no fuese de cáritas entrase a sacar mercadería las ponía furiosas- pero a ella también le molestaba mucho la burocracia, por lo que le entregó la llave alegremente; entró a cáritas, les llenó dos bolsas, y las llevó en auto a su casa. La hija acompañó a su madre hasta la puerta y volvió para agradecerle de nuevo.
- No es mi mamá, pero ella me crió. La semana que viene si empiezo a trabajar te llevo mercadería a la parroquia, vas a estar vos?
- Gracias, no es necesario, pero si querés donar dejáselo a cualquiera.
Los ojos oscuros se desilusionaron un poco.
Volvió pensando en otros ojos. Manejó como si no le importara morir.

Pasó por el baño, al salir se quedó unos segundos mirando una foto. Apagó la luz y fue a la cocina, puso la pava al fuego y apareció Tino, el otro de los tres curas, el párroco estaba en su día libre.
- Hermanito, comés acá?
- Sí, vos?
- No, tengo que ir a San Isidro, y después a capital, vuelvo tarde, necesitás el 12?
- No - buscó en el celular el mensaje de Soledad y lo abrió, mostrándole la pantalla a
Tino- decile que no me use más de secretario.
- Ahora la llamo, gracias-
Preparado el mate volvió a rezar tratando de preparar la prédica del fin de semana, ya era viernes.

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